Los tumores cerebrales ocasionan el 1 % de las muertes; aunque, si se añadieran todos los tipos de metástasis, esta cifra se elevaría. Pero así como en el adulto es una enfermedad relativamente rara, en los niños es la segunda enfermedad grave más frecuente después de la leucemia.
A pesar de la importancia del órgano sobre el que asientan y al que lesionan, el tratamiento correcto puede conseguir la curación o prolongar de forma significativa la vida, aunque es fundamental un diagnóstico precoz.
Los tumores cerebrales tienen una serie de características que los diferencian del resto de tumores del organismo, como es que rara vez metastatizan fuera del cráneo y tienen una tendencia a recidivar o crecer en el mismo lugar. Otra diferencia importante es que, a medida que avanza la edad, las probabilidades de que el tumor sea benigno van en aumento; así, pasados los 70 años, los porcentajes de tumores benignos, en relación con los malignos, pueden llegar a ser igual o superior.
Los tumores cerebrales presentan una incidencia aproximada en la población general de 5-10 casos nuevos /100.000 habitantes/año.
La máxima incidencia se da en varones a los 60-65 años y en mujeres a los 55-60 años. Son más infrecuentes a partir de los 65 años.
Por lo general, son más frecuentes en varones que en mujeres. Hay tumores que tienen predilección por el varón, como los tumores neuroectodérmicos primitivos (meduloblastoma o pinealoblastoma), el glioblastoma o el craneofaringioma. Otros, si embargo, tienen predilección por la mujer, entre los que destaca el meningioma.
En la edad pediátrica, son más frecuentes en la infancia y menos en la adolescencia.
Los tumores van a dar dos tipos de síntomas:
- Síntomas generales. – A consecuencia de la situación de Hipertensión Intracraneal (HIC) que genera el crecimiento tumoral dentro de la estructura rígida e inextensible que es el cráneo. El síndrome clínico de HIC consiste en cefaleas, náuseas, vómitos y edema de papila. De forma progresiva se va a ver afectado el nivel de conciencia (normal, bradipsiquia, desorientación témporoespacial, estupor o agitación, coma con respuesta al dolor localizándolo, flexionando extremidades o extendiendo, hasta llegar a la muerte cerebral). Este síndrome se va a ver agudizado si se produce una hidrocefalia obstructiva o aparece un cuadro de hemorragia brusca intratumoral.
- Síntomas focales. – Van a ser de dos tipos: por déficit funcional, dependiendo de la localización tumoral (hemiplejia, afasia, hemianopsia, dismetría, afectación de pares craneales, etc), o por irritación y exceso de función como la epilepsia parcial o focal.
En el momento actual las pruebas diagnósticas más importantes son la Tomografía Axial Computarizada (TAC cerebral) y la Resonancia Magnética (RM). Ambas pruebas se complementan.
El tratamiento es multidisciplinario, ocupando la neurocirugía un sitio central clave.